El abrazo del oso

La concurrencia de algunos miembros de la oposición al after-office de la presidenta expone con fuerza de confesión el modo de ser (corporativo) y de hacer (pícaro y egoísta) de casi toda la clase política nacional.

Es sabido que la cuestión Malvinas es utilizada (profanada) por los gobiernos de acá y de allá para forzar convocatorias emotivas que conciten la atención del pueblo y lo distraigan de lo demás. La novedad es que esta vez la ciudadanía informada sucumbió notoriamente menos a la intentona, que la parte opositora de la política, teóricamente mejor preparada para resistirla, por experiencia, temple y formación.

Es grave para la República la confusión de conceptos de una oposición carente de toda iniciativa política y de nuevo enredada en los juegos del poder. Claro que se esgrimieron argumentos para justificar el traspié, pero eran la mediocridad hecha argumentos.

Muy mal puede defenderse la democracia (principal argumento) acudiendo con la presteza de los súbditos a los pies del atril de la presidente que más poder ha concentrado, por lo menos, desde la vuelta de la democracia. Y que más arbitrariamente lo ejerció. Ella sabe ahora que está intacta su fuerza de daño.

Defienden la democracia con un comportamiento monárquico y bregan por la calidad institucional alimentando el poder de quienes “se las están llevando puestas”. Gran encerrona.

Lo de que Malvinas es “un tema nacional” (segundo argumento más escuchado) es otra confusión lamentable. Las políticas de Estado son “de Estado” porque se diseñan con el aporte de todos los sectores representativos de la dirigencia nacional. No hay derecho a la sorpresa en la República.

La desclasificación del Informe Rattenbach es auspiciosa, pero hay que interpretarla en el contexto de un gobierno antimilitar y manipulador: no podemos olvidar que se silencian mientras tanto datos importantes del presente, como las estadísticas socioeconómicas, la emisión monetaria y la pauta oficial en los medios de comunicación. Queda todavía otra dimensión preocupante y es que, de paso, la oposición concurrente se prestó a una operación de relojería, que consiste en dinamitar el corazón mismo del gran tópico nacional, al hacer foco nada más que en los errores y los abusos cometidos durante el conflicto armado. Es revisionismo en estado de ebullición.

Además, si murieron más excombatientes en la posguerra que combatientes guerreando, ¿para cuándo el informe sobre lo que hicimos mal en democracia?

Argentina solamente recuperará las Malvinas cuando se haya recuperado a sí misma, cuando luzca como un actor internacional creíble, integrada al mundo, con peso político (que en la relación entre países deriva del peso económico) y entidad moral. La contribución a ello por parte de la oposición no puede ser sino limitando los empellones del poder que tiende a perpetuarse y alzando la vista a razones más elevadas que la aspiración, legítima y muy humana, pero sobre todo tan pequeña, de emperifollarse un día para transitar por quince minutos los salones del poder.

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